Muchas PAS me preguntan si, al momento de elegir una pareja, es importante que esta también sea Altamente Sensible para sentirse a gusto o llevarse bien.
En primer lugar, debo decirles que no; no existe algo así como la fórmula de la "pareja ideal".
Muchos de mis pacientes PAS tienen por compañera a una persona que no es Altamente Sensile y han logrado complementarse satisfactoriamente, logrando un continuo enriquecimiento mutuo. Como también están aquellos PAS que, estando en pareja con otro PAS, han tenido dificultades para disfrutarse o para evitar el desgaste de la rutina. Y es que un mismo rasgo de personalidad en ambos miembros de la pareja no determina su "éxito", por el contrario, los tipos de vínculos que establecen son tan diversos y únicos como cada uno de ellos. Esto se debe a que somos mucho más que un conjunto de características: somos historias (personales, familiares, transgeneracionales); somos deseos y preferencias, proyectos y sueños... Somos un alma humana, ante todo.
Estamos acostumbrados a pensar que existe nuestra pareja ideal en algún rincón del mundo, y que es aquella con la que tendremos mucho en común. Y esto no es de extrañar, si reparamos en el hecho de que en nuestra cultura se utilizan expresiones como "alma gemela", "media naranja", "ser tal para cual", todo lo cual indicaría que la clave para lograr la satisfacción en la pareja se encontraría en el eje de las similitudes.
Solemos temer a las diferencias, a las dificultades, a los desentendimientos. Pero no debemos perder de vista la riqueza que se genera en el encuentro con lo diferente. De hecho, toda persona que no soy yo, es diferente a mí, y siempre habrá una distancia entre ambos, que es la misma que permite que exista un encuentro. Por eso, no se trata de encontrar a un alma gemela, sino de aprender a complementarse con el otro o, como me gusta llamarlo a mí, aprender a "formar un buen equipo".
Por supuesto, el hecho de compartir ciertas cualidades o visiones, hace más fácil la comprensión mutua y la fluidez en la interacción. Es por esto que, a grandes rasgos, podemos encontrar que una pareja PAS-PAS tendrá mayores facilidades para sentirse comprendido por el otro, encontrar un refugio en esa compañía e, incluso, la sintonía lograda puede favorecer el incremento de la autoestima de los miembros de la pareja. Pero esto no los librará de los desafíos, ya que pueden encontrarse con similares dificultades que surgen de la gestión de la Alta Sensibilidad. Por ejemplo, en el ajetreo del día a día, ¿quién se encarga de realizar esos trámites del hogar que suelen generar altos niveles de sobreestimulación? La necesidad de negociar y de llegar a acuerdos, siempre estará presente.
Por otra parte, es importante recordar que ningún PAS es igual a otro. Seguramente, al llegar el fin de semana, ambos coincidirán en quedarse en casa para recargar energías, pero nada asegura que la forma de hacerlo sea la misma para los dos. Puede que uno tienda a proponer actividades interactivas, como jugar a las cartas o ver películas, mientras que el otro prefiera actividades solitarias, como leer un libro o, incluso, simplemente dormir. Es por eso que, primero, es importante estar de acuerdo en la intención de compartir un tiempo en compañía y, segundo, ponerse de acuerdo en qué tipo de actividad realizar juntos, todo lo cual no tiene relación con el rasgo de personalidad en sí mismo.
Por otra parte, en una pareja PAS-noPAS, es común encontrar dificultades relacionadas con los niveles de sobreestimulación, ya sea en el hogar o en las modalidades de ejecución de ciertas actividades en común. Podemos pensar como ejemplo el caso quienes coinciden en el horario del fin de la jornada laboral. Generalmente, una PAS necesita un cierto tiempo de soledad, silencio o inactividad al volver a casa, mientras la pareja noPAS puede preferir escuchar música estimulante en un volumen relativamente alto, o aprovechar que ya se encuentra libre para salir a hacer compras o realizar visitas familiares. En este caso, también se necesitará tener en cuenta las necesidades tanto propias como de la pareja, y resolver las diferencias de tal forma que ambos puedan sentirse a gusto y respetados.
Asimismo, en esta combinación de personalidades, suele surgir en ciertas ocasiones la sensación que caracteriza a la Persona Altamente Sensible de sentirse incomprendida o juzgada. En ocasiones, esto puede surgir de críticas reales por parte del otro miembro. Sin embargo, en otras, tan sólo surge de la comparación introspectiva de la PAS y los sentimientos de culpa por no llevar el mismo ritmo que su compañero. Pero las diferencias no tienen por qué implicar un conflicto, por el contrario, esta combinación da lugar a que la pareja, como unidad funcional, tenga un espectro más amplio de habilidades para resolver las cuestiones cotidianas. Por otra parte, hay un mayor acceso a lo novedoso para ambas partes, pudiendo disfrutar cada uno de lo particular y especial que el otro tiene para ofrecerle.
Teniendo en cuenta las dos caras de la moneda en las dos combinaciones de rasgos, es más fácil visualizar que el eje de la funcionalidad en un vínculo amoroso no está en las diferencias o similitudes, sino en qué hacemos con ellas. Siempre que se trate del encuentro con un otro, habrá particularidades individuales, por lo que en el trasfondo del vínculo encontraremos continuas negociaciones, explícitas o implícitas, conscientes o inconscientes, para llegar a consensos. Por eso elegí la frase: "si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos" (S. Freud).
No debemos temer cuando pensamos o experimentamos diferente, esto no lleva necesariamente al conflicto o a la distancia. Por el contrario, la posibilidad de debatir, saber cuándo ceder y cuándo reafirmarse, es lo que enriquece la relación y fomenta el mutuo desarrollo personal. Y es a esto a lo que me refiero con la importancia de ser "asertivo" en la pareja, es decir, ejercer la habilidad de comunicar las propias convicciones, opiniones, necesidades y sugerencias sobre la base del respeto, tanto propio como ajeno.
Las similitudes nos brindan comodidad y serenidad, las diferencias nos permiten enriquecer el vínculo, y es a partir de ambas que se construye eso nuevo y único que caracteriza a cada pareja, a partir del encuentro con la singularidad del otro.
Comments