¿Por qué la sensación de ser incomprendido es una experiencia común en Personas Altamente Sensibles?
En primer lugar, si consideramos que al rasgo lo presenta un 15-20% de la población, fácilmente podemos observar que se trata de una minoría.
En tanto rasgo de personalidad, es importante tener en cuenta que es sólo uno de entre muchos otros rasgos que conforman la personalidad de cada persona, y que no sólo la genética sino, especialmente, las experiencias vitales de cada quien, juegan un rol destacado. Por este motivo, una PAS no va a ser igual a otra PAS.
Sin embargo, los pilares que definen la alta sensibilidad, llevan a que estas personas posean una similar forma de experiencia respecto a lo que supone cada pilar. Y, volviendo a que se trata de una minoría, son mayores las probabilidades de que esa forma de experiencia sea diferente a la del entorno en algunos aspectos y, muchas veces, incomprendida por este.
En cuanto a la estimulación externa, encontramos que presentan un umbral más bajo al percibir información a través de los cinco sentidos. Por ejemplo, el ruido de una máquina, la fluorescencia de una luz, el frío, el calor... son experimentados con mayor intensidad. Por este motivo, en ciertas ocasiones podemos notar que, ante un mismo estímulo intenso, un PAS puede reaccionar con una expresión similar al dolor, mientras una no PAS sólo lo considerará molesto o, incluso, no le afectará. Por otra parte, estímulos placenteros como un rico aroma o un exquisito sabor, serán disfrutados con gran intensidad. Esto ya marca una diferencia que, según cómo sea el entorno en que la persona se desenvuelve, puede llevar a que sea incomprendida.
Al respecto, podemos imaginar (o recordar) una situación en una fiesta, donde la música de fondo suena a un volumen bastante alto. Suponiendo que se está dando una conversación entre una persona altamente sensible y una que no lo es, seguramente ambas acordarían en la dificultad de comunicarse. Sin embargo, es más probable que la segunda desee seguir intentando mantener la conversación, mientras que la primera se sentirá aturdida y, en poco tiempo, ya no pueda prestar atención. Si en esta historia sumamos la posibilidad de que la PAS decida salir al patio en soledad para relajarse o, más aún, volverse a su casa más temprano que el resto, es probable que reciba cuestionamientos acerca de su actuar y, en el peor de los casos, algunas críticas por su supuesta "rareza". Este es tan sólo un ejemplo orientativo, no significa que toda PAS actúe así o que siempre lo haga.
Es importante aclarar que, con umbral de percepción, nos referimos a la intensidad con que se experimenta un estímulo, y no a la definición o exactitud del mismo. De manera figurativa, podría decirse que la persona escucha "más fuerte", no "mejor". Siguiendo con el ejemplo de los estímulos auditivos, una PAS puede ser más consciente de un bullicio de fondo, lo cual no necesariamente conlleva a que escuche mejor lo que se está hablando.
Entre tantas consecuencias, esta forma de experiencia suele llevar a que quien es Altamente Sensible se maneje con ciertos cuidados que pueden ser interpretados como "exagerados" por otros. Sin embargo, para la persona no lo son; para una PAS es la realidad con la cual y en la cual vive.
Lamentablemente, a veces es difícil para el entorno e, incluso, para sí mismo notar que la causa de esas molestias que suele provocar la estimulación es la misma causa que le permite, por ejemplo, ser más precavido y atento a las necesidades de otros. Si se observan con detenimiento las actitudes que una PAS tiene en su día a día, ya se puede comenzar a cambiar la calificación de exagerado, a una un poco más positiva, como ser atenta y servicial, por ejemplo.
¿Y por qué hago la propuesta de cambiar la forma de valorar la sensibilidad? Porque quien es Altamente Sensible seguirá siendo, generalmente, incomprendido. Y, aunque sus seres queridos sepan acerca del rasgo, no se puede esperar que todo sea color de rosa. Él tiene sus necesidades y, ellos, las propias. Pero si cambiamos la calificación que le damos a estas diferencias, podremos crear soluciones en vez de separación.
En ciertas ocasiones, se ha cuestionado el hecho de hablar de la sensibilidad como algo positivo. Sin embargo, no se pretende que el rasgo sea percibido como mejor que otros sino, que no suceda lo contrario, es decir, que no se perciban únicamente aquellas molestias que pueda ocasionar, como generalmente sucede. A veces me pregunto por qué resulta tan fácil dar por válido y obvio lo negativo, pero cuando se trata de validar lo positivo, surgen incomodidades y cuestionamientos. Difícilmente una PAS llegue a considerarse mejor que una no PAS debido a su sensibilidad. Justamente, como consecuencia de su empatía, siempre intentará conectar con el otro y valorará lo especial que hay en él. Y me arriesgo a afirmar que la gran mayoría no tendrá ningún resquemor en aceptar aquellas dificultades propias, sean o no debidas a su sensibilidad.
Mi propuesta en este espacio es trabajar con "las dos caras de la moneda". Con esto me refiero a buscar un balance, con el objetivo de lograr manejar de manera eficaz las dificultades que el rasgo pueda presentar y, al mismo tiempo, validar y utilizar constructivamente aquellas facilidades que puede aportar.
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