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Foto del escritorLeonor Cáceres

Consejos para inciar relaciones sociales siendo una Persona Altamente Sensible.

Actualizado: 18 ene 2020


¿A qué se debe la dificultad de entablar relaciones sociales? Este tema es muy complejo, por lo que voy a tocar algunas variables clave.


En primer lugar, es importante comprendernos, saber por qué nos pasa lo que nos pasa y por qué sentimos como sentimos.



La mayoría de nosotros hemos pasado por una situación en la que deseamos acercarnos a alguien y no sabemos cómo hacerlo. Sentimos inseguridad, temor, nervios, vergüenza o incomodidad. Y, finalmente, decidimos no actuar. Es comprensible preguntarnos "¿por qué, a pesar de que realmente deseo comenzar una amistad, me cuesta tanto?".


Como Persona Altamente Sensible, tenés que tener presente que tu sistema nervioso trabaja de una manera particular. La sobreestimulación es la primer variable que tenemos que tener en cuenta ante este tipo de situaciones. Por una parte, el contexto en el cual nos encontremos puede hacernos llegar estímulos que aumenten nuestra activación. Ruidos, luces fuertes, mucha gente... Estos son factores que, aunque no nos demos cuenta en ese momento, están requiriendo de nuestra energía y procesamiento sensorial, lo que puede aumentar nuestra incomodidad y ansiedad.


Si a esto le sumamos el factor interno, la situación se complejiza. ¿Qué pensamientos tenemos acerca de nosotros mismos y de nuestra intención? La segunda variable, es el diálogo interno. Imaginate en esa situación por un momento y observalo con detenimiento. ¿Qué es lo que pensás momentos previos a tomar la iniciativa? Si tus pensamientos son negativos, como por ejemplo: me va a salir mal, no voy a saber cómo continuar la conversación, seguro me va a ver como alguien raro, no soy una persona interesante... estás condicionando tu comportamiento, y muy probablemente, tendrás actitudes que lo hagan realidad. Actuamos y nos mostramos ante los demás según nuestras propias creencias, además de que, evidentemente, un cúmulo de pensamientos negativos no hará más que ponernos más nerviosos o incómodos, desenfocándonos del objetivo: iniciar una conversación. En cambio, si cambiás tus pensamientos a algo parecido a: me voy a sacar la duda e intentarlo merece la pena, soy una persona amable y con buenas intenciones, cuando entro en confianza suelo ser divertido, todos mis amigos alguna vez fueron extraños, una conversación al pasar es sólo una conversación al pasar... Te sentirás más aliviado, podrás poner en contexto la situación y estar en una actitud menos crítica hacia vos mismo.


Otra variable tiene que ver con nuestras experiencias pasadas. Algunas que recordamos, muchísimas que no, nos pueden haber llevado a sentirnos avergonzados, raros o rechazados. Yo recuerdo una situación en mi jardín de infantes que me hizo sentir triste y avergonzada. La maestra nos pidió que dibujemos en una hoja a la compañera que nos caía bien y de la cual queríamos ser amigas. Al final de la actividad, cada cual recibía las hojas de quienes nos habían dibujado. La niña que yo había elegido, no sólo que no me eligió a mí, sino que yo no recibí dibujo alguno. Hay que tener en cuenta que todo niño es muy sensible, no puede poner en contexto y relativizar las situaciones. Si algo a su alrededor sale mal, suelen autoadjudicarse la culpa, más aún cuando la situación lo implica a él mismo. Explico esto para que puedas recordar tus experiencias desde esta perspectiva y, también, por si hay alguna maestra jardinera o padres por aquí, para que puedan pensar desde el lugar del niño como vive sus experiencias y ajustarlas a su bienestar.


Obviamente, son muchas las situaciones que nos van marcando. En mi caso, recuerdo esa y un par más. Pero, ¿cuántas cosas vivimos que sólo quedan en nuestro inconsciente? Un mecanismo de defensa es la represión, que nos lleva a olvidar experiencias por la angustia que nos ha provocado, y las borramos del recuerdo consciente. Estas experiencias son incontables, y crean patrones de creencias y comportamientos. Podés hacer el ejercicio de recordar situaciones pasadas, como esta que te he contado, para traerlas a la consciencia y pensar en esa niña o niño que fuiste y que hoy necesita de tu cariño, comprensión y envalentonamiento adulto. Ejercicios como estos ayudan a reconocer nuestra historia y comenzar a crear una nueva realidad poco a poco. Sin embargo, si experimentás falta de autoconfianza y te provoca mucho sufrimiento, o te está dificultando desenvolverte en tu vida cotidiana, desde la terapia o el coaching se trabaja de manera personalizada y profunda sobre tu historia y tu realidad. Es un trabajo que te ayuda a cambiar desde adentro, yendo a las causas poco a poco y liberándote de las limitaciones que podés haber ido creando a lo largo de los años. Incluso, la relación con un terapeuta ayuda a practicar estas habilidades sociales de las cuales estamos hablando, con la tranquilidad de establecer un vínculo seguro y comprensivo.


Habiendo ya visualizado algunas de las causas, pasemos a lo siguiente. Imaginemos que ya dediciste dar el primer paso y que sabés a quién deseás acercarte. Finalmente, vas a hablarle a ese compañero de trabajo, a tu vecina o a tu depiladora, esa que te hace sentir muy cómoda cada vez que la visitás. Ahora, te voy a dar algunos consejos que te pueden ayudar:


-Preparate para la situación. Pensá en aquellos temas de los que te gustaría hablar.

-Podés iniciar el acercamiento con alguna pregunta. Es conveniente que sea una que no se responda con un simple sí o no, porque sino vas a tener que remarla un poco más. Por ejemplo, si uno pregunta: "¿te gusta frecuentar bares?" y la persona no tiene muchos ánimos de hablar en ese momento, puede responderte con un monosílabo; en cambio, si preguntás: ¿qué preferís hacer en tus días libres?, va a tener que explayarse al menos un poquito más. Obviamente, sería genial que tengas en claro qué es lo que te gusta a vos hacer en tus días libres, y si la conversación queda un poco cortada, continuarla ya sea acordando o no con lo que te ha comentado, y abriéndole un poco tu propio mundo.

-Mirá el noticiero ese día, así tenés más temas de conversación. Puede que no te guste ver las noticias porque la mayoría son angustiantes. En ese caso, seleccioná aquellas que más te interesen.

-Practicá la situación en el espejo o con alguien de confianza. Esto ayuda a pensar en las diferentes situaciones con las que te podés encontrar y, aunque lo que suceda en realidad puedae no haber estado previsto, te sentirás mucho más preparado que si no hubieras siquiera imaginado el momento.

-Tocá un tema personal para que el otro pueda explayarse. A la mayoría de las personas les gusta hablar de sí mismas. Cuidado con que no sea algo demasiado íntimo como para sentirse invadido. Seguramente, la empatía no sea algo por lo que tengas que preocuparte demasiado, ya que es una de tus grandes habilidades. Por eso, quedate tranquilo, que con sólo sentirse escuchado y valorado por vos (lo cual es tu intención auténtica) has dado un gran paso.

-Tené presente aquellas cosas que te hacen diferente o interesante, como por ejemplo alguna actividad que realices, algún hobbie o tus conocimientos sobre algún tema.

-Proponete ir poco a poco. La ansiedad por los resultados no te va a ayudar. Suponiendo que se trata de un compañero de trabajo, podrías comenzar con algo así: "noté que tomás café de vez en cuando, ahora voy a prepararme uno, ¿querés que te traiga?". Por supuesto, esto da lugar a un sí o no, pero la persona habrá notado tu amabilidad y habrás dado un primer paso, que pronto te ayudará a que sea más fácil volver a hablarle e, incluso, puede que el otro sea quien lo haga.

-Por último, un amigo, conocido, primo o hermano que sea extrovertido puede ayudarte a conocer gente. Serle sincero y decirle que alguna vez te gustaría acompañarlo a alguna reunión con su círculo de amistades, o que quisieras que te ayude con alguien en particular, es una buena opción.


Antes de terminar, no está de más recordarte que una posibilidad es que la persona a la cual te acerques no tenga la respuesta o predisposición que esperamos. Esto puede suceder y no hay motivos para tomarlo como algo personal. Hay cientas de posibilidades que pueden llevar a que esa persona no se abra. Puede ser tímida o tener un mal día, por ejemplo. Si con esa persona no salió bien, en vez de tomarlo como un fracaso, te animo a que lo veas como una prueba donde pudiste poner en práctica aquello que aprendiste, y sentirte bien por haberte cumplido tu propio deseo, y eso es lo que realmente importa. Quizás puedas pensar en métodos diferentes para la próxima vez, sea con la misma persona u otra, y poco a poco irás mejorando la técnica.


Espero que te haya resultado de utilidad.


¡Feliz día del Amigo!



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